¿Cuánto de lo que creaste en tu vida adulta, lo soñabas cuando eras chico?

“¿Qué querés ser cuando seas grande? ¿Doctor, abogado, ingeniero, …?”

…Y así fue como, según los diferentes estímulos recibidos en tu familia o primer
círculo cercano, empezaste a proyectarte hacia el futuro primero jugando a ser “doctor,
ingeniero, etc.” para luego empezar un camino más formal, la universidad, el trabajo
hasta llegar a la realidad actual.
Pero estamos viviendo un presente que está tirando por tierra muchas creencias del
pasado, demandando de nosotros adaptación constante, creando un contexto incierto
que puede convertirse en un mar de incertidumbre, plagado de noticias, ideas y
tendencias contrapuestas, que como olas de un mar embravecido no tienen un único
punto de referencia. Y eso nos desconcierta, paraliza y desgasta.
¿Qué es realmente nuevo y qué es una nueva versión de lo mismo o tal vez peor aún,
un retroceso? Si pudiésemos determinar eso, habríamos dado un GRAN paso. Porque
poner norte a nuestro recorrido es el primer paso de muchos.
Estamos viviendo un tiempo fascinante donde ciencia y religión están convergiendo;
donde la física nos está abriendo la posibilidad a una experiencia radicalmente
diferente de lo que denominamos realidad y las neurociencias acompañan esos
descubrimientos permitiéndole a la humanidad redescubrirse. Y para redescubrirnos y
volver a soñar, tenemos que abandonar nuestro miedo constante, aunque sea por
unas horas al día. Hoy los expertos nos enseñan que para poder acceder a nuevas
ideas, precisamos embarcar al cuerpo en ese sentido indicándole a conciencia que
está a salvo, que no hay amenaza inminente. Si lo dejamos relajarse, él podrá
conectarse naturalmente con el flujo de la vida y nos acercará nuevas ideas. Nos hará
acceder a ese “momento eureka” que despliega una enorme sonrisa en nuestras caras
y que nos vuelve a conectar con el niño que éramos jugando, soñando, ignorante de
toda amenaza, tan solo centrado en el presente.
De eso se trata jugar en la madurez, de ser conscientes de la riqueza que tiene un
momento presente, distendido y de placer al servicio de la vida y de las nuevas ideas
creativas. El mundo ya no es un lugar inseguro. Sabemos cómo relacionarnos con él.
Ahora resta aprender a mejorar los vínculos entre nosotros. Dejar de ser nosotros una
amenaza para la propia humanidad. Y el juego es el medio ideal. Nos vuelve al lugar
del aprendiz.
VALUE GAMES pone a disposición un espacio lúdico, con mapas de viaje hacia un
nuevo paradigma social, y emociones que sirven de combustible para la creación.
Logra distendernos como cuando éramos niños, concentrarnos en el presente y
empezar a soñar con un futuro. Lo estamos necesitando. “Jugar serio” nos diría
nuestro amigo Lucio Margulis.

¡Los esperamos!